Recordatorio: éste
fue un post que quedó muy largo al unir dos borradores no publicados
en años anteriores y lo dividí para facilitar la lectura:
Una primera parte con entradas navideñas (y conceptos como "brote") para poner en contexto cómo era yo en estas fechas y
cómo las enfermedades lo cambiaron todo (borrador de 2023); y ahora esta segunda parte donde cuento por qué no es una "blanca" sino LARGA Navidad a partir de la mudanza, adaptándome a las costumbres de varias familias sin morir en el intento (borrador de 2022).
En cada cosa me siento como el emoji de la cara boca abajo. |
Hace tiempo recordaba en otro post esta cita de Choque de Reyes. Canción de Hielo y Fuego. 2. George R. R. Martin (Juego de Tronos ); el Señor que quedó parapléjico observando desde su mesa a los comensales en un banquete:
“Los veía como si estuviera muy lejos, como si siguiera sentado junto a la ventana de su dormitorio mirando hacia el patio, viéndolo todo sin formar parte de nada*”.
Dulce y LARGA Navidad.
Ya hace tiempo que no estoy en esas mesas.
Tendría
que hacer memoria para recordar cuál fue la última Nochebuena en la que cené con
la familia con los tapones puestos. Pasé todo el día en cama para poder
hacerlo; y comer ligera con pijama en Navidad y volver a acostarme. Diría que fue en el 2019,
cuando hice aquel collage con 3 fotos que según avanzaban los días se reflejaba en la
cara la Encefalomielitis Miálgica "que no se ve".
Luego llegó 2020... y no hay más que decir. Cada uno en su casa. Lo único bueno de ese año es que conseguí ganar a la Seguridad Social
en un segundo juicio -y muchos años - lo que me corresponde por
derecho. Esa es otra historia que no contaré. Pero fue inmediato empezar
a mover papeles para mudarme muy a mi pesar a donde vive mi hermana. En abril ya estaba en otro
lugar dejando mi casa, mis muebles... menos a mi gata.
A partir de ahí las Fiestas se alargaron.
24 y 25. 31 y 1. Día de Reyes. Fechas intermedias. "¿Pero qué invento es esto?". Muchos más días de comprar regalos sin salir de casa, envolverlos durante semanas, decir que "no" cuando quiero decir "sí".
Mis padres me traen la cena y la comida. Y se van para reunirse con las familias. Renuncio a desayunar en Navidad.
En
Nochevieja viene mi familia que me trae la cena y comida de Año Nuevo, con el cotillón en el rellano y yo sentada en la entrada, con
mascarilla. Y el día de Reyes hago de tripas corazón, saco fuerzas de
dónde no hay y vienen a abrir los regalos. Los sobrinos van creciendo.
De haber estructurado unas Fiestas "a medida" del 24 al 28 de diciembre allí, se han alargado hasta el 6 de enero aquí.
El
año pasado puse la decoración el mismo 25 de diciembre. Un arbolito pequeño, el
Belén sin estrella ni cueva y algunos adornos. Al día siguiente me dolían
muchísimo los hombros y la espalda. Gripe A, un positivo en Covid, lo
trastocan todo, y espero al día de Reyes. Con las mañanas en cama, las
tardes en el sofá. Días que no me levanto cuando viene mi cuidadora.
Tardes que tengo que volver a acostarme con el antifaz, los tapones para
los oídos y a oscuras, en stand-by. Con mi gata hecha un rosco en el hueco tras las rodillas.
Y una cuesta de enero que no sé cuándo acabará.
Así
terminaba este post de 2022 que no pude publicar. Y este
año lo hago, junto al del 2023, como homenaje a mí misma, a "la fantasma de las Navidades
pasadas" que hizo lo que pudo y más.
Imagen: Créditos al autor (CTTO).
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