El Día
Internacional de la Amistad se celebra el 30 de julio,
El 8 de agosto es el Día del Gato, aunque tiene 3 fechas.
Entre tanto, en una de esas, se tumbó en el sofá en vez de en el cojín envuelto en una toalla vieja que le había puesto en el suelo; y se quedó dormida. Y ahí fue cuando lo tuve claro (desde el principio, pero una se autoengaña para no quedar como una sensiblera a la que se le gana fácilmente con una maraña de pelosque sí).
Y mi vida de reclusión en casa cambió por completo.
Antes me sentaba en el sofá con el portátil encima. Ahora la tengo a ella; hasta en los días de calor busca su hueco un rato y luego se tumba a lo largo en otro lugar.
Pero sobretodo se echa a mi lado. La primera vez ahogué un grito de emoción cuando apenas me tocó un pie estando dormida. Tardó un mes. Ahora parece que está rota, juega y duerme con la barriga al descubierto, defendiéndose como gato panzarriba. Yo que tengo la piel fina y la sangre viva me tiene hecha un Cristo entre arañazos y moratones de cariños y juegos. En estos años le he enseñado a trepar. No sé si es gata de arbusto o su mamá no tuvo ocasión.
Me mira extrañada cuando canto. En otro tiempo estaría acostumbrada a que lo hiciera todo el tiempo. Me echo de menos riéndome a carcajadas, para ella es una rareza (pero mi gata lo consigue). Como cuando la cojo y bailamos. Porque cuando la cojo, lo normal es que ella ponga una o dos patas en la cara e investigue el techo. Parece que todo está bien.
He vuelto a los juegos infantiles. Al escondite, al pilla pilla, a darme sustos, a no me muerdas los pies que duele (y me caigo). Mejor las manos, aunque sepa que no se debe hacer. Porque también es una gata consentida. No tiene culpa de mi batería desgastada y a veces hago la vista gorda aunque es noble y educada. De otro modo no la podría tener. Unas veces es lucha y otras me caza antes de comer.
Nos hemos acostumbrado la una a la otra, a los horarios, los descansos, a las siestas (aunque es ella la que tiene hipersomnia). A días menos activos que otros. Se ha hecho a los ritmos de mi cuerpo y de mis enfermedades, me acompaña en los momentos de standby. Me recuerda que hay que estirar cuando estás tanto tiempo en la misma posición.
Creía que ya no podría asimilar nuevos idiomas - porque estoy olvidando los que sabía- pero he aprendido a leer su cuerpo y ahora hablo gatuno. Así que me doy cuenta cómo me engaña para que vaya.
Todavía no me ha contado por qué se tumba allí donde haya un periódico, una propaganda, unos informes, una bolsa de plástico o por qué se mete en una caja.
Este homenaje se me hace corto y no le hace justicia. En el Día de la Amistad he hablado de los amigos que se quedaron en el camino, de los amigos que quedaron y no se manifiestan, de los amigos que hice en las redes sociales...
Y quería volver al blog hablando de mi gata calicó (pero no pude acabar) porque ella se ha convertido en mi compañera de piso, mi amiga, mi soporte, mis peleas, mi risa a carcajadas que la tenía casi olvidada. Me acepta con mi bastón, las muletas, con mi silla de ruedas, los días que camino y los que ando tumbada. Los días que juego y los días que no hago nada. Con cicatrices en el cuerpo y en el Alma.
Y ella seguirá
cazando mariposas en el papel y también, inocente, en mi cara porque ellos te
quieren así, tal como eres.
El 8 de agosto es el Día del Gato, aunque tiene 3 fechas.
Entre Nochebuena y
Reyes se coló por mi ventana una gata famélica y mojada sin ser un
día de lluvia. Entró con curiosidad, cautela y confianza hasta mi
dormitorio. Al volver no me quedaba otra que ponerle algo de comer y
agua. Y así entró y salió un par de veces por aquella "chimenea"
improvisada. Pero como a la tercera va la vencida, me dije "tú
no te vas ya de aquí". No soy de amores que van y vienen.
Entre tanto, en una de esas, se tumbó en el sofá en vez de en el cojín envuelto en una toalla vieja que le había puesto en el suelo; y se quedó dormida. Y ahí fue cuando lo tuve claro (desde el principio, pero una se autoengaña para no quedar como una sensiblera a la que se le gana fácilmente con una maraña de pelos
Y mi vida de reclusión en casa cambió por completo.
Antes me sentaba en el sofá con el portátil encima. Ahora la tengo a ella; hasta en los días de calor busca su hueco un rato y luego se tumba a lo largo en otro lugar.
Pero sobretodo se echa a mi lado. La primera vez ahogué un grito de emoción cuando apenas me tocó un pie estando dormida. Tardó un mes. Ahora parece que está rota, juega y duerme con la barriga al descubierto, defendiéndose como gato panzarriba. Yo que tengo la piel fina y la sangre viva me tiene hecha un Cristo entre arañazos y moratones de cariños y juegos. En estos años le he enseñado a trepar. No sé si es gata de arbusto o su mamá no tuvo ocasión.
Me mira extrañada cuando canto. En otro tiempo estaría acostumbrada a que lo hiciera todo el tiempo. Me echo de menos riéndome a carcajadas, para ella es una rareza (pero mi gata lo consigue). Como cuando la cojo y bailamos. Porque cuando la cojo, lo normal es que ella ponga una o dos patas en la cara e investigue el techo. Parece que todo está bien.
He vuelto a los juegos infantiles. Al escondite, al pilla pilla, a darme sustos, a no me muerdas los pies que duele (y me caigo). Mejor las manos, aunque sepa que no se debe hacer. Porque también es una gata consentida. No tiene culpa de mi batería desgastada y a veces hago la vista gorda aunque es noble y educada. De otro modo no la podría tener. Unas veces es lucha y otras me caza antes de comer.
Nos hemos acostumbrado la una a la otra, a los horarios, los descansos, a las siestas (aunque es ella la que tiene hipersomnia). A días menos activos que otros. Se ha hecho a los ritmos de mi cuerpo y de mis enfermedades, me acompaña en los momentos de standby. Me recuerda que hay que estirar cuando estás tanto tiempo en la misma posición.
Creía que ya no podría asimilar nuevos idiomas - porque estoy olvidando los que sabía- pero he aprendido a leer su cuerpo y ahora hablo gatuno. Así que me doy cuenta cómo me engaña para que vaya.
Todavía no me ha contado por qué se tumba allí donde haya un periódico, una propaganda, unos informes, una bolsa de plástico o por qué se mete en una caja.
Este homenaje se me hace corto y no le hace justicia. En el Día de la Amistad he hablado de los amigos que se quedaron en el camino, de los amigos que quedaron y no se manifiestan, de los amigos que hice en las redes sociales...
Y quería volver al blog hablando de mi gata calicó (pero no pude acabar) porque ella se ha convertido en mi compañera de piso, mi amiga, mi soporte, mis peleas, mi risa a carcajadas que la tenía casi olvidada. Me acepta con mi bastón, las muletas, con mi silla de ruedas, los días que camino y los que ando tumbada. Los días que juego y los días que no hago nada. Con cicatrices en el cuerpo y en el Alma.
Enlaces relacionados:
#58 #DíaMundialLupus: Mi día cero El símbolo del Lupus es la mariposa por el rash malar (eritema) en la cara en forma de alas de mariposa.
#158 Cuando el diablo no tenía nada que hacer... #DIY (cutres)
#250 De aquellas camadas vienen estos abandonos
#258 Mandalas y otras tontás #DIY (gatunas)
Dios te bendiga. Ese animalito será bálsamo en esos momentos duros. Un abrazo. Todo mejorará.
ResponderEliminarEn una serie decían que los gatos callejeros van a dónde se les necesita (colándose en las casas) y debe ser cierto. No sé qué haría sin ella ❤️ ¡Muchas gracias!
EliminarNo soy de entrar mucho por los blog, Twitter o Instagram... Me va el Facebook, aunque hace cada actualización que me marea, pero quiero decirte que extraño tus entradas y espero que vuelvas a utilizarlo.
ResponderEliminarCuando esté por tu ciudad, te avisaré y a ver si hacemos posible, el conocernos.
Cuidate y sigue disfrutando de la compañía de tu gatita, yo por aquí con mi Lucas (perro) que desde hace unos meses está ciego a causa de las cataratas.
Cariños...
Pilita
Ay Lucas, qué suerte con la casa que es tu hogar.
EliminarHace más de un año que cerré todo lo de Facebook para quedarme con Twitter y el blog donde publico poco por el SFC/EM. Pero no quiero dejarlo.
Me ha emocionado mucho lo que me has dicho 💜 Un abrazo muy grande Pilita.
Cuánto me ha gustado esta entrada, Vicky!! Ay!! Me siento muy identificada. Ahora tenemos 2 gatas y son un amor, pero ya han pasado 5 por mi vida en total. Son los mejores enfermeros, cuidadores, psicólogos...junto al perro q tememos tb me ayudan muchísimo en la enfermedad y como tú dices me sorprendo riéndome muchas veces con ellos.
ResponderEliminarBenditas seáis las dos!! Un gran abrazo!!!
Mi padre me pregunta quién ha tenido más suerte de las dos, y un 50%-50% no sé si me parece justo si soy sincera. Son 🌈 cada día ¡Un abrazo enorme!
Eliminar